Me gusta la quietud del domingo. Camino en slow motion y puedo apreciar cada detalle que me rodea. Estoy nostálgica. Extraño a A. Hoy es el primer fin de semana de tres que no nos vamos a ver pero su voz me acompaña, así como el recuerdo de su mirada. Por otro lado, la iglesia me espera y pienso en mi fe. Me cuestiono mi forma de vivirla, de expresarla, de transmitirla. No es fácil tener una religión distinta a la de la mayoría. A veces no soy la que quiero o debo ser. Afortunadamente existen los domingos; días en los que puedo ejercitar mi espíritu.
"Yo me alegré con lo que me decían: A la casa de Jehová iremos"
(Salmo 122.1)
27 enero 2008
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