Dormir significaba para mí un placer. Incluso, me jactaba de mi capacidad de dormir por horas, en cualquier momento y en cualquier lugar. Me llamaba la atención saber que alguien tenía insomnio y a veces, me portaba incrédula.
Ahora esta maldición gitana se volvió contra mí. Desde hace 10 meses aproximadamente no puedo dormir a profundidad. Todos los ruidos de la noche me despiertan.
Durante dos semanas un grillo estuvo en nuestra recámara y en punto de las 9 de la noche comenzaba a cantar. Algunos dirán: "¡qué bonito!", pero a mí, me resultaba una verdadera tortura. Una vez, decidí que tenía que atraparlo, cazarlo o expulsarlo de mis dominios. Al cabo de cuatro horas, nada de nada, nomás no lo pude encontrar, pero él seguía cantando. Me dí por vencida, opté por contar ovejitas, pero tampoco llegó el sueño reparador.
Ya no hay grillo y los ruidos de la calle continúan interrumpiendo mi sueño. ¿Será el estrés? ¿Será que al estar casada me he vuelto más alerta a lo que pasa? No lo sé. Sin embargo, añoro esos días en los que mi madre me decía que podía pasar una locomotora encima de mí y yo ni en cuenta.
