01 febrero 2007

Crónicas Gabicianas

2 pm, hora de comer. Bloqueo mi computadora, tomo mis lentes de sol y camino hacia la salida. Una vez que pongo un pie fuera de la oficina, el sol cae inclemente, como si ya fuera verano. En los carriles centrales de Reforma hay un grupo de autobuses estacionado, de los cuales bajan personas con banderas blancas en sus manos. Alcancé a leer “Organización … de Veracruz”. Todos ellos están aquí para participar en la marcha para protestar contra el alza indiscriminada de precios; son muchos. A un lado, la autoridad vestida de azul protege edificios que albergan oficinas y empresas.

Ambos grupos de personas tienen mucho en común: la mirada perdida, el dolor de piernas por las horas de viaje o por estar parado todo el día y más aún, casi comparten las mismas necesidades. Camino por la lateral de Reforma hasta la esquina de Río Sena, la cruzo y justo antes de los carriles centrales, una señora vende sombreros de paja a 10 pesitos. Tiene una gran fila a su alrededor: todos quieren escapar del sol. Dos extranjeros trajeados compran sombreros que se ponen de inmediato.

Aguardo a que el poli dé la señal para cruzar hacia la Zona Rosa. Ya del otro lado veo a unos judas dentro de un auto, desvistiendo muchachas con la mirada. Camino por Génova sin rumbo fijo, buscando un lugar donde matar el tiempo. El Mix-Up me encuentra, empiezo por la sección de música en español (rock, grupero, salsa, ranchero, etc). Los discos de Lupillo Rivera son importados (¿?), cuestan entre $164 a $200. Me resisto a creer que los compren. Me voy a los DVD’s y a la sección de música alternativa. Compro un disco.

El padre Cronos no perdona. Camino de regreso. La marcha empieza, alcanzo a cruzar Reforma por un hueco que dejan abierto los manifestantes. El sol golpea mi cara, tengo sed. Regreso a mi oficina pensando en mi, en los que marchan, en los que no, en el país y tengo una mezcla de sentimientos encontrados.


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