10 noviembre 2009

Rufo (mediados de julio de 2006 - 10 nov 09)

Rufo murió hoy en el transcurso de la mañana. Me percaté que algo andaba raro en él desde el fin de semana. Ayer empeoró. Ya casi no podía mover sus aletas, no mantenía el equilibrio y dejó de comer. Lo pusimos en un ambiente más cálido y pasó la noche con una lamparita que le alumbraba. El siempre prefirió el lado de la luz. Hoy antes de salir a trabajar, me despedí de él presintiendo que su final estaba cerca. Esta tarde, cuando fui al departamento a ver cómo estaba, ya estaba muerto. Yacía volteado. Lloré.

Rufo llegó a mi vida en un momento muy especial y dificil al mismo tiempo. El se volvió una distracción, ocupación, terapia, y con el tiempo me encariñé. Recuedo que lo compré en una veterinaria de Plaza Churubusco. Me lo dieron en una bolsita de plástico. Me dijeron que los beta duraban un año aproximadamente.

Recuerdo que dos veces estuvo a punto de morir: -La primera fue de frío en noviembre de 2006. No estábamos en casa. Nos habíamos ido a Taxco de fin de semana y resultó ser, que en la ciudad, ese fin de semana fue muy frío, como hoy. Cuando llegamos a casa, lo vimos tieso. A base de estarlo moviendo con el mango de la red, de ponerlo justo debajo de un foco y de cambiarlo a una superficie más cálida, fue como sobrevivió. -La segunda fue de tristeza (digo yo) pues al casarme lo dejé con mi mamá, quien me decía que dejó de comer y moverse. "A" me dijo que lo lleváramos a la casa. Así lo hicimos y Rufo agarró su segundo aire. De esta experiencia deduje que Rufo en su entender, me extrañaba y de alguna manera sabía quien era yo.

Rufo comía dos veces al día, cambiaba de agua cada dos semanas (ahhh, y era agua embotellada) y de vez en cuando tomaba el sol en la cocina. Tampoco le gustaba cualquier tipo de alimento. Detestaba las bolitas negras y solo comía ojuelas. Cuando salía de viaje, lo dejaba encargado con mi tía o con una amiga. Todas las veces lo dejaba limpio y con su botecito de alimento. A mi regreso tenía la noticia que el agua se había ensuciado mucho, no había comido y no se había movido. Deduje también que no le gustaba que lo dejara encargado.


Cada vez que me acercaba a darle de comer, se quedaba viendo hacia donde yo me encontraba, si me movía, él cambiaba de posición. Incluso en las mañanas para salir a trabajar, me seguía en su pecera hasta que yo llegaba a la puerta. Diario le hablaba. Inmedatamente reconocía mi voz y se movía mucho de un lado para otro; algunas otras veces, se quedaba quieto y observando.

¡¡¡Fue muy bonito tenerlo!!!

4 comentarios:

Alex dijo...

Ay amiga... comparto tu sentimiento.. también a mi me traía buenos recuerdos...

Gabo dijo...

Gracias!!! Así es esto de las mascotas. Espero que Doki siga mejor. Besos!!!

La pausa inútil dijo...

oye, que mal. como no me enteré antes, ya sabes que cuentas con este loco en tus tristezas, particularmente esas que los demás hacen menos. un abrazo y un saludo guidobellezco.

Gabo dijo...

Muchas gracias Guido y que bonitas tus palabras. Se agredecen mucho. Te mando muchos saludos!!!