26 mayo 2007

Oriente, Occidente (II)

Él continuó:
-Le preguntarán cuántas habitaciones tiene la casa de su familia, y de qué color son las paredes, y qué días vacía la basura. Le preguntarán el segundo nombre de la hijastra de la tía del tercer primo de la madre de su marido. Y todas esas cosas se las habrán preguntado ya a su Mustafa Dar en Bradford. Y si comete usted un solo error, estará perdida.
-Sí -dijo ella, y él pudo oír cómo dominaba la voz-. ¿Y cuál es su consejo, anciano?
-Miss Rehana -dijo su propia voz, mientras él la escuchaba con asombro-, es usted una persona porco común, una joya, y voy a hacer por usted lo que tal vez no haría por mi propia hija. Ha llegado a mi poder un documento que puede resolver de golpe todas sus preocupaciones.
-¿Y cuál es ese papel mágico? -pregunto ella, mientras sus ojos se reían ahora claramente de él.
La voz de él se hizo muy, muy baja.
-Miss Rehana, es un pasaporte británico. Totalmente auténtico y pukka. Tengo un buen amigo que pondrá en él su nombre y su foto, y entonces, como por arte de magia, ¡ahí voy, Inglatrrra!
-No sé si lo entiendo bien -estaba diciendo ella-. Me está proponiendo que cometa un delito...
-Un delito no -la interrumpió él-. Una facilitación.
Sin embargo, ella estaba ya de pie, le dio la espalda y fue hacia las puertas, en donde las mujeres habían comenzado a arracimarse...

"Un buen consejo es más raro que un rubí", Oriente, Occidente. Salman Rushdie.

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